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Si algo teníamos claro al comenzar el crucero era que en cuanto pusieramos el pie en St. Marteen, una isla realmente exhuberante por otra parte, iríamos directamente a la mítica playa (para los aficionados a la fotografía aérea) de Maho Beach, donde los aviones aterrizan a excasos metros de una playa paradisiaca. El magnífico espectáculo no nos defraudó. |
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