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Cruceros, odiados por algunos, adorados por otros. Independientemente de lo hortera que pueda parecerle a cada uno, no hay duda que recorrer medio planeta a 30 Km por hora es, sin duda, una de las formas más relajantes de disfrutar de un gran viaje. Y si además la travesía se realiza en un barco con todas las comodidades y se tiene la fortuna de disfrutar de buen tiempo, la experiencia es un auténtico lujo.
Si a uno le gusta el mar, y desea disfrutar realmente de la vida a bordo, no hay nada como un crucero transatlántico, en el que además de interesantes escalas a ambos lados del océano, se pueden disfrutar de varios días de navegación ininterrumpida sin tocar puerto. En nuestro caso particular, la protagonista indiscutible fue Nerea, que con excasos 7 meses se ganó a la tripulación y a buena parte del pasaje con su simpatía. |
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