Primer día en Israel. Hablamos con Abu Hassan, el organizador de los tours del Hotel Jerusalem, que resulta ser un ex-activista palestino, que habiendo pasado varias veces por la carcel, ahora se gana la vida como "media guide", que básicamente consiste en organizar visitas a las zonas más conflictivas del territorio para periodistas y activistas pro-derechos humanos, aunque también presta sus servicios como conductor. Quedamos con él en visitar el día siguiente las obras del muro que los israelís están construyendo, que parece ser ahora el principal problema al que se enfrentan en la zona. De momento, nos vamos a dar una vuelta a la ciudad antigua, cuya entrada, la Puerta de Damasco, se encuentra a excasos 200 metros del hotel. Esta zona es mayoritariamente árabe, y el ambiente bullicioso del zoco se puede percibir desde antes de rebasar la muralla. Dentro, multitud de pequeños comercios, mujeres palestinas vendiendo frutas, verdura y hierbas aromáticas en el centro de la calle, siempre bajo la vigilancia de alguna patrulla de jovencisimos soldados israelies.
Es curioso comprobar que los llamados barrios musulmanes y cristiano son realmente dos zonas en una. La mayor parte de la zona consta con una parte inferior donde se encuentra el ajetreado zoco subterraneo y en la parte superior, iglesias, cúpulas de templos y tranquilos pasillos por los que deambular. En una de las callejuelas encontramos un cibercafe, y decidimos volcar a CD's nuestras fotos y así liberar espacio en las tarjetas de memoria. El chico del cibercafe no duda en dejarnos su propio ordenador para el proceso, y mientras estamos estampando el par de CD's, oimos a un grupo de gente rezar en español, así que salimos a la puerta para ver que pasaba, y comprobamos que un grupo de peregrinos españoles con una cruz de madera al frente se habían detenido ante una de las estaciones de la Vía Dolorosa, y nosotros nisiquiera nos habiamos dado cuenta que estabamos en una de las principales calles de Jerusalem. Tras esto, nos dirigimos a la Iglesia del Santo Sepulcro, donde unos metros antes nos asalta un habil guía, que con el famoso truco de "yo no soy un guía, yo trabajo aquí" se las apañó para no soltarnos hasta que le dimos una propina de 20 NIS. Su ayuda resulta provechosa al ser este lugar un conglomerado de estaciones del Vía Crucis y templos de distintas confesiones cristianas, tales como protestantes, ortodoxos, coptos, católicos e incluso la iglesia etíope, que al ser la última en llegar, se tuvo que conformar con construir su templo sobre una de las bóvedas superiores, con un original aspecto de poblado africano.
El interior impresiona por sus dimensiones, la espitualidad que desprende, lo recargado de la decoración y los aromas del incienso. Ademas de las iglesias y altares de las distintas confesiones, hay una serie de áreas comunes y son las de más relevancia histórica y que coinciden con las últimas estaciones del Vía Crucis: la roca del Gólgota, donde fue erigida la cruz, la Piedra de la Unción, donde le aplicaron los Santos Oleos y se le envolvió en la Sábana Santa, y el Santo Sepulcro, que supuestamente albergó el cuerpo de Jesús hasta su resurrección. Algunos de estos lugares se encuentran bajo espectaculares cúpulas, y un enorme mural preside la entrada principal a la Iglesia.
Pasamos largo rato paseando por las salas y haciendo fotos con toda tranquilidad ya sin la presión de la carrera apresurada del guía. Debido a la poca afluencia de turistas en esta fechas tenemos la oportunidad de entrar y permanecer dentro del Santo Sepulcro un buen rato en completa soledad. Decidimos comer algo en el restaurante Four Seasons, un "fast-food" bastante aceptable frente a la Puerta de Damasco, y muy cerca del hotel. Trás la comida decidimos recorrer la muralla por su parte exterior y dirigirnos a la zona judia, donde visitaremos la tumba del Rey David, el Cenáculo, también conocido como la Sala de la Ultima Cena y la Iglesia de la Dormición.
A continuación nos dirigimos al Muro de las Lamentaciones, a través de la Puerta de Zion. Al entrar de nuevo en la ciudad antigua, tenemos la primera visión de la impresionante Cúpula de la Roca. Al llegar a la plaza del Muro, los controles de seguridad son exhaustivos. En la foto se pueden observar las normas que rigen en el recinto.
Al entrar, nos sorprende que existe un área principal de oración para los hombres y a la derecha, una zona más reducida para las mujeres. La plaza se encuentra apoyada sobre un muro del antiguo Templo del Rey Salomón, aparentemente el único vestigio del mismo, y justo debajo de la Esplanada de las Mezquitas. Permanecemos largo rato observando a los fieles judios y su dedicación al rezo. Es bastante curioso como todos los hombres han de taparse la cabaceza con un gorro llamado kipá, y que las mujeres han de llevar falda larga y vestir modestamente. También es curioso observar como al finalizar sus rezos, los fieles han de retirarse andando hacia atrás, evitando así dar la espalda al Muro. En una de las fotos se puede observar un grupo de jovenes chicas soldado saliendo de esta forma del área de oración.
Salimos del recinto por la puerta norte, en dirección a alguna de las puertas laterales de la Explanada de las Mezquitas, y enseguida nos damos cuenta de que no será tarea facil visitar los famosos templos de la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa. Todas las entradas están controladas por el ejercito israelí y aparentemente solo permiten el paso a fieles musulmanes. Nos informa de los horarios de visitas para extranjeros. Lo intentaremos mañana de nuevo. Es tarde, así que decidimos volver al hotel y cenar algo antes de caer rendidos en la cama.
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