Tras desayunar, nos vamos con Abu a visitar los alrededores de Jerusalem, para comprobar in-situ la situación que vive la comunidad palestina. Todos lo hemos visto, de forma casi diaria, en la televisión, pero es mucho más enriquecedor, y sin duda mas impactante, comprobarlo por uno mismo. Nos acompaña Anthony, un joven inglés que acaba de aterrizar en Israel procedente de Sudán.
Primera parada del viaje: visitamos un asentamiento judio, al cuál solo se puede acceder a través de las autopistas reservadas para los vehículos con matricula israelí. Afortunadamente, Abu tiene un coche con la matricula adecuada. Esto es algo que nos acostumbraremos a ver... para los palestinos, las cosas no son imposibles, simplemente tan dificiles que la mayor parte de las veces no merece la pena. Aquí el contraste es muy llamativo, el asentamiento se compone de edificios nuevos y calles cuidadosamente asfaltadas, jardines privados, aires acondicionados, todo a escasos 100 metros de un campo de refugiados donde desde hace años se cobijan los expulsados de la ciudad antigua debido a la construcción de la plaza del Muro de las Lamentaciones.
Segunda parada: el checkpoint de Qalandia, lugar de paso obligado para miles de palestinos que diariamente han de acceder al área norte de Jerusalem, en dirección a Ramala y otras aldeas próximas. Aquí el problema se siente mucho más de cerca, al comprobar las largas y penosas colas que se forman esperando el momento en que los soldados israelies interrogan y verifican la documentación de cada persona que intenta atravesarlo. La experiencia de cruzar por este lugar recuerda en muchos aspectos a la Varsovia de la Segunda Guerra Mundial. Nadie se libra de las largas esperas, ni siquiera los vehículos sanitarios ni las personas de avanzada edad.
Siguiente parada: el muro de protección que están construyendo los israelies a ambos lados de las autopistas israelies que interconectan los asentamientos dentro de los Territorios Ocupados, curiosamente decorados con motivos naturales por la parte interior para no crear impacto medioambiental. Este muro es de menor altura que los que están construyendo para aislar poblaciones.
Ultima parada: el muro de la verguenza en Abu Dis. Abu Dis es un barrio de Jerusalem Este, a escasos 200 metros del Monte de los Olivos, de mayoría absolutamente árabe, por donde discurre el muro de separación que se está construyendo en Cisjordania, con el agravante que su trazado corta en dos mitades la población, forzando a sus habitantes a saltar por las pequeñas rendijas que han dejado en su construcción (o dar un rodeo de más de 20 kilometros) para actividades tan básicas como acudir a clase, o comprar el pan. El ejercito israelí se persona de vez en cuando y se producen altercados con bastante facilidad. Tuvimos la oportunidad de vivir la humillación a la que se somete esta gente, mujeres y niños incluidos escalando muros, y la reacción de una patrulla del ejercito al llegar al lugar.
La foto anterior, una de nuestras favoritas, captura quizás mejor que ninguna otra la candidez con la que la mayoría de los niños afrontan esta triste situación.
Tras la dura experiencia de la mañana, nos dirigimos a la Explanada de las Mezquitas, donde de nuevo, los militares nos prohiben la entrada, argumentando que es demasiado tarde, aunque fue un soldado el día anterior el que nos indico esta hora como la mejor. Nos dicen que mañana viernes no será posible al ser festividad árabe, y el sábado tampoco al ser festividad judía. Habrá que posponerlo al dominigo a primera hora, antes de partir para Jordania. Decidimos visitar la zona del Monte de los Olivos que a muy poca distancia a pie del centro, atesora algunos lugares de especial importancia en la historia del cristianismo, como la Tumba de la Virgen Maria en la Iglesia de la Asunción, y el Huerto de Getsemaní, donde a pesar de haber cerrado ya, un amable monje franciscano nos mostró el cuidado jardín donde debió tener lugar la agonía y captura por parte de los judios de los olivos
Tras este paseo, volvemos al hotel atravesando las, a estas horas, casi desiertas calles de la ciudad antigua. Mañana Belén...
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