El día se plantea tranquilo y caluroso. Comenzamos con una visita al cibercafe de al lado del hotel, donde nos vuelcan todas las fotos que acumulamos en estos primeros días a un par de CD's. Comenzamos el recorrido por el barrio cristiano Al Jdeida, donde está ubicado el hotel. Los balcones de madera y las calles estrechas con tiendas de artesanía abundan en esta zona
Cruzamos la plaza Sharia Bab Al-Faraj y su Torre del Reloj donde hay un cine que proyecta películas asiaticas y occidentales. A continuación nos dirigimos al zoco y la mezquita donde comprobamos que un viernes no es el mejor día para visitar esta ciudad. Está todo practicamente cerrado, y el calor es abrasador. El zoco es sensiblemente más estrecho que el de Damasco, con algunas calles cerradas con verjas. Solo alguno de los puestos se mantiene abierto al público, probablemente regentados por cristianos. Aprovechamos para comprar un par de piezas del famoso jabón de Aleppo y una bolsita de curry, cuyo penetrante aroma nos acompañará el resto del viaje.
Al llegar a la ciudadela, nos encontramos con una especie de festival con música y bailes tradicionales y no tan tradicionales a cargo de chicas, que sorprendentemente vestían ropas occidentales. La belleza de la ciudadela y su espectacular rampa de entrada es impresionante.
Visto el calor abrasador que hacía, nos fuimos a comer y descansar un poco al hotel. Por la tarde, visitamos el tradicional Hotel Barón, donde se alojaban grandes personalidades de principio de siglo cuando el Orient Express acababa en Aleppo. El hotel claramente vivió días mejores, y nos alegramos de no haberlo elegido. El camarero del bar nos enseña una factura firmada por el propio T.E. Lawrence. Durante el camino de vuelta al hotel no deja de sorprendernos la costumbre local de que los hombres paseen por parejas dados de la mano. Ya junto al hotel, hacemos una foto nocturna a una iglesia copta.
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